Pendiente

lunes, 1 de septiembre de 2008

Ateos - MILENIO.COM


El municipio de Hueyapan de Ocampo, en Veracruz, tiene una población de 33,307 habitantes. Ésta se encuentra dividida entre las siguientes religiones: católicos 23,619; protestantes 2,938; otras 638 y ninguna 5,603.
Esta última cifra capta mi atención. En ese lugar hay cinco mil seiscientas tres personas que no profesan religión alguna. Bendito sea Dios. ¿Dónde está esa gente? Quisiera encontrarlos y besarles la frente. No sé, pagarles la cuenta de luz, invitarlos unos tacos en la calle o promover una estatua en su honor en la plaza. Los otros treinta y tantos mil católicos estarán buscándolos para lincharlos y encenderles fuego en una empalizada por herejes, mientras que los restantes casi tres mil protestantes luchan por convertirlos a su credo. Los otros seiscientos y algo de religiones no definidas deben ser budistas mariguanos o gringos jipiosos que vagan por el territorio nacional en busca de drogas psicotrópicas y no se preocupan por encontrar adeptos. Olvídese de ellos.
¿Por qué debemos ser parte de una religión? Entiendo que usted quiera pertenecer a un club de póquer o una asociación de jardinería, pero una religión absoluta es para necios. Tenemos esta tendencia a formar clubes y asociaciones, de lo que sea y para lo que sea. Es una forma de aglomerar intereses comunes y matar el aburrimiento que nos fastidia. Por supuesto que las asociaciones más peligrosas son siempre las militares y las religiosas.
¿Existe una moral, una civilidad, sin Dios? Hay cinco mil seiscientas personas en Hueyapan que dicen que sí. Tan sencillo como esto: somos capaces de llevar una sociedad ordenada y justa sin ninguna especie de religión o revelación divina. La religión es un fenómeno netamente humano, tan cambiante y lleno de errores, como cualquier sistema legal. Pienso que es posible mantener ciertos principios morales y éticos, pero bajo el entendido de que pueden –y deben– modificarse. Y aunque no queramos: el paso del tiempo lo hará de manera natural. El esquema anquilosado de la moral cristiana, supuestamente universal, ha probado ser terriblemente dañino, tanto en términos sociales como psicológicos. Hay que retirar a Dios de nuestras vidas. Que se vaya a otra galaxia a fastidiar otros planetas. Hay que retomar el control de nuestra sociedad. Debemos ser flexibles y dejar de creer en principios absolutos que no pueden ser cuestionados o modificados. Nuestros mismos cuerpos, nuestra genética, está sujeta a un cambio constante, un cambio que tarde o temprano va a generar una especie distinta. Somos profundamente inestables.
El municipio de Hueyapan tiene una temperatura promedio de veinticinco grados centígrados todo el año. Chingadísima. Veinticinco grados y cinco mil seiscientos tres ateos. Estoy empacando: me voy a Hueyapan.
***Chef chefherrera@gmail.com


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